
El otro día una amiga se quejaba de su jefa y me he acordado de ella hoy, leyendo un extracto del libro Los diez pecados capitales del jefe..o cuando el jefe daña la productividad y la felicidad, de Leo Farache.
A través de ejemplos prácticos, el autor va describiendo los 10 pecados capitales del jefe tóxico, tipo "el jefe oye pero no escucha", "el jefe pierde su propio autocontrol" o "el jefe es un resultadista". Esto no es nada nuevo, todos tenemos experiencias personales a lo largo de nuestra vida profesional con alguno de ellos; lo que si me alucina es que sean los consultores de recursos humanos los que les han puesto la etiqueta de "tóxicos".
Porque, ahora que los han clasificado, ¿qué van a hacer al respecto? ¿ponerles una chapa de "Advertencia. Residuo tóxico"? Si es cierto que un jefe tóxico eleva la presión arterial un 10% y aumenta el riesgo de infarto en un 33%, ¿les van a poner un adhesivo de "Modere su consumo, puede ser perjudicial para la salud"?
Mira que lo dudo... Creo que solo nos quedan opciones más sutiles, como dejarles una barrita de Allbran en la mesa todas las mañanas o poner una pegatina de "Cuidado. Perro peligroso" en la puerta del despacho. Eso sí, hay que ponerse guantes para no dejar huellas, que luego son muy rencorosos.
Animo reina, ya queda menos para las vacaciones!!!