Ya le he dado la vuelta a mi reloj de arena.
Lentamente irán cayendo los 304 granitos que me llevarán de nuevo al radiante sol de verano, a los despertares perezosos de luz blanca, los paseos por la orilla del Mediterráneo recogiendo conchas, los helados de dulce de leche, los llauts meciéndose en el puerto, los bailes en la verbena del pueblo y los atardeceres en el faro.
Y mientras tanto, TENEMOS MUCHO QUE HACER! Porque como decía Neruda en su poema ¿Quién muere?:
Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca, no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce.
Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en si mismo. Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar. Muere lentamente, quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante.
Muere lentamente, quien abandonando un proyecto antes de iniciarlo, no preguntando de un asunto que desconoce o no respondiendo cuando le indagan sobre algo que sabe.
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